Quiero que sea uno por semana, puedo escribirlo un sábado, domingo, un viernes. Serán ideas inconexas y de narrativa breve; o con lazos, hacia todos lados, como todo lo que tengo. Esto es mío, pero me lo dais. Es mío porque yo lo escribo o termino de pensarlo y antes de que os lo preguntéis, no, no estoy loco, como dice un amigo, es que me aburro demasiado.
Aquí el miedo existencial:
-Javier, creo ya has soltado algunas ideas sobre este concepto, aunque no recuerdo bien por donde…
- Ya lo sé, Giltoniak. Tú eres consecución de esas ideas y estás formado de todas las deducciones a las que llegué; pero hace poco alguien me ha hecho recordar esos momentos interminables que fueron mi búsqueda y decaimiento…
Tonterías, el mundo esta lleno de tonterías. Sólo hay dos cosas de dejan de serlo; la muerte y los hijos; y para algunos estos últimos significan bien poco (pero no entraré a valorarlo). Pensamos, los seres humanos y somos dueños, amos y señores de nuestros miedos y valentías. Es de las pocas cosas que no nos pueden quitar. Se puede deformar, tergiversar, encauzar, sustituir… pero al fin y al cabo, pensamos, eso es así. Nos planteamos las cosas, en algún momento del camino, porque sabemos que el camino continúa y tarde o temprano, lo perdemos o este se pierde a nosotros. Que no es lo mismo, perderse a que el camino se pierda. Puesto que si uno tiene claro lo que quiere, por mucho que el camino se oculte y le ponga trabas, ya está encauzado en una dirección. Puede sentir frustración y cierto desespero, pero, si sigue luchando y sabe esperar, las puertas cerradas se tornan abiertas. En cambio el perdido, por muy dispuesto que tenga el camino, si no sabe lo que quiere… malo.Y pasa, son cosas que le pasan a cualquier hijo de vecino. Bueno a cualquiera no, a algunos. A esos que divagan, dudan y se preguntan cual es su lugar en el mundo. Se comparan con otros individuos y se sienten nada, ceros en la izquierda. Se plantean como es su vida dentro de la sociedad y nada, ceros a la izquierda. A esos les pasa, a nosotros, a nosotros que somos esos y a esos que sois vosotros, ¿Por qué nos pasa, no?
Pero son nimiedades, hablas con tus padres y eso les parece, hablas con tus mejores amigos de este valle y eso les parece. Nos sentimos tontos, empezamos a sucumbir a los sudores por un posible estancamiento, por las ataduras y torturas que nos daría desembarazarnos de nosotros mismos, de cada uno de nuestros pensamientos. Irremediablemente caemos, en una espiral sin fondo, sin salida, todo por tonterías. Porque lo son y no vamos a negarlo. Aunque nos vengan los listos y dichosos con esa sonrisa sin encanto, pinchando.
Diremos que, estas cosas, no podemos cambiarlas. Si pensamos y a vuestros ojos esputamos las tontadas y mostráis indiferencia, no pasa nada. Son “nuestras tontadas”. No cambia la duda ni la tesitura que os hallemos irrespetuosos, con un encogimiento de hombros en señal de ignorancia. Seguiremos dudando, buscando y explorando nuevos porqués, indiferentemente de que no aporten nada. Lo repetimos, ¡son nuestras tontadas!, las que le dan sentido a la vida, las que moralmente nos enriquecen, las que existencialmente nos completan. Para nosotros es básico, es lo que nos hace sentirnos humanos.
Si no alcanzáis, no dudáis, no queréis; no es nuestro problema, pero respetarnos. Si vosotros os imagináis diferentes nosotros somos plenamente concientes de la diferencia y en muchas conversaciones, somos condescendientes con vuestras personas.
Este es el miedo existencial, una parte.
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